Japón pone su destino en manos de 50 operarios que pelean a la desesperada por salvar Fukushima. La central sufre un descarrilamiento a cámara lenta y empuja al país hacia el infierno nuclear.
Eso es heroismo, lo de los 50 que arriesgan su vida por la de millones. Mientras los políticos, los culpables de ese desastre, se encuentran a salvo con sus seres queridos. ¿Para eso queremos políticos?. Conmigo que no cuenten.A este niño, ¿por qué no le dan una máscara?
La que se nos viene encima...
Qué miedo.
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